-Claro que no se soportan, y así lo confiesan. La confesión es su manía porque se lo pueden permitir: Tienen vergüenza y son desvergonzados, y en cada confesión de odio a sí mismos hallan la solución a lo confesado. Siempre les queda la imposibilidad como moral, el límite como virtud, la destrucción como conservación.
-No se trata de qué hacer, sino más bien de qué pensar, de qué sentir. Y ni siquiera se trata de esto. Se trata, más bien, y eso sólo a veces, de por qué decidir qué hacer, qué pensar, qué sentir. Tanto el dolor como el placer argumentan sobre lo que no son ellos, siempre el dolor sobre el placer y el placer sobre el dolor, y ambos siempre sobre otra cosa, sobre algo más que sí mismos, y, sin embargo, permanecen placer y dolor incapaces de salir de sí. No se trata de quién se es, ni de cómo se llega a ser quien se es: Eso también es una falsedad que brota de la falsedad de ser, como si ser no empezase y terminase en nada. Y, así, el sufrimiento tienta contra las imposibilidades y el placer a favor de las posibilidades, como si hubiese alguna diferencia. En cualquier caso, si se sufre, este sufrimiento no indica nada: Más bien, la única labor que se puede hacer es saber y decir si uno está dispuesto a sufrir, y tanto el sí como el no tampoco significan nada. Y, en medio de todo esto, se vive.
[Tom Hunter. Hallowe'n horror, trick or treat thugs break mum's bones]
-Sólo existe un sacrificio, el de lo grande a lo pequeño, el de lo más a lo menos. Es muy dudoso que el sacrificio sea una forma de amor, y ya no digamos que sea la más sublime manifestación del amor. Y sólo existe una injusticia, la de lo pequeño y menos que juzga y condena a lo grande y más. Entre la opinión y la verdad hay la misma distancia que entre un necio y la sensibilidad: El truco consiste en una simplicísima metonimia.
-Por supuesto que se puede ser humano sin humanidad, pero esto sólo es posible sin caer en la inhumanidad y sin haber empezado por la inhumanidad. De hecho, no ser humano no significa ser infrahumano o inhumano, sino desplazar el centro de gravedad: Ya no es el corazón el punto de apoyo, lo que no quiere decir que deje de contar: Es el punto de apoyo, pero duele. ¿Y por qué puede llegar a suceder esto en quien después de mucho sufrimiento había llegado a ser plena y cordialmente humano? Fácil: Porque se había sufrido en exceso, para no seguir sintiendo el sufrimiento. Es decir: Para seguir sintiéndolo todo y aniquilar toda esperanza de que haya algo más que sufrimiento y de que eso que no es sufrimiento tenga un correlato real.
-La humanidad se desveló, y sigue haciéndolo, cada vez que se dice: “No puedo vivir – y tengo miedo a morir”.
-Un paso más hacia el precipicio. Tampoco esto es para tanto. La cuestión es cómo ir acercándose al abismo.
-Toda la estética, toda la estilística es absolutamente nada. Ni la estética del estoicismo, ni la del libertinaje, ni la de la fe, ni la del escepticismo; ni la estilística del autocontrol y retención de la expresión, ni la del libre fluir de las impresiones hacia fuera. Quiere esto decir que no es cuestión de ética, esa rémora elegante, cada vez más sofisticada, de pose en pose. Sólo tienes dos verdades: Estás vivo, morirás.
-Nunca los contentarás: Eres libre. No eres libre: Nunca los contentarás.
-Si pudieses, si pudieses hacer durar la furia, no importa cuál, la furia de la intensidad o la furia de desaparecer; si pudieses hacer durar la furia tan sólo un poco más que la verdad. Si pudieses.
-¿Cuándo sabes que todo ha acabado, que estás completamente acabado? ¿Será cuando te haces esa pregunta?
-Abre la mano. ¿Duele? Es que ahora al dolor de la profunda herida en la palma de la mano se suma el dolor de verla.
-Cada vez que tienes miedo a hacer daño y te endureces como aquel del “No lo puedo evitar”, recolectas todo el sufrimiento del mundo y te golpeas con él. ¿Merece la pena, realmente merece la pena? ¿Y lo contrario: Merece la pena?
-Cuando se termine el miedo, eso es lo que da miedo. Y, sin embargo, también el miedo se acaba.
-Todo “Aún” es un “A pesar de que ya no queda nada”.
-Todo lujo es un exceso, y todo exceso es un lujo. Ahora créete, por qué no, para variar, lo que te han dicho. (De todas formas, esto no juega en tu favor ni en el de ellos, pero, tal vez, sí en vuestra contra, o al menos en la tuya). Créete que, por excesivo, eres un lujo, y el lujo, por excesivo, está demás. Y lo que está demás, sobra, y lo que sobra, dice la lógica, sobra porque no es necesario, y si no es necesario es porque su existencia es un mal, y un mal, por estas latitudes, es lo que hace daño. Esto dice la lógica. También se puede pensar que si eres un lujo, quién se puede permitir ese lujo. De cualquiera de ambas maneras de entenderte, sufrirás.
-¿Y por qué no ibas tú a confesarte? Porque lo que tienes que decir ya se sabe y nada se quiere saber de eso. Lo tuyo no es una confesión, pues ¿qué confesión es esta de decir sufrimiento y sinsentido? El sufrimiento y el sinsentido hacen que tu vida dé vergüenza, nada mejor para propiciar la confesión, pero el sufrimiento y el sinsentido no son confesables, pues no hay confesor ni fe en el confesor. Sólo sabes que el sufrimiento durará siempre y que el sinsentido durará siempre, y que el sinsentido hará que el sufrimiento dure siempre, y el sinsentido, cuando empieza, jamás cesa – porque no es que trascienda el tiempo: Se convierte en el tiempo mismo. De ahí que pueda haber algo infinito: La triste, la tristeza infinita.
-La tristeza es lo más parecido al suicidio. ¿Y en qué se parecen la tristeza y el suicidio? En que tendrías que haber preguntado antes, en que no tendrías que haber nacido, en que te van a culpar. Son comas las canciones bonitas: Llega un momento en el que para seguir escuchando música tienes que escuchar, solamente, a las furias.
[Lovis Corinth. Sansón ciego]
-Ni siquiera se le puede dar la vuelta y decir: “El resto son palabras”. ¿De qué sirven los juegos? Palabras y silencio: Esa es la sustancia, esas son las esencias de las que se compone esta descomposición llamada vida.
-Está la tensión de lo que retuerce en lo mínimo, en el casi silencio, en la casi palabra, en la casi lentitud. Santos y santas recomiendan que se relaje la tensión. ¿Hace falta añadir algo?
-Y por fin lo posible y lo imposible se funden, indistinguiblemente se confunden. La decisión, cualquier decisión, queda inutilizable. Por fin se ve la noche cara a cara. Mañana no habrá más – ya no hay mañana.