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sábado, 13 de octubre de 2012
Hambre - Rimbaud
Hambre
Si tengo gusto, no es más que
Para la tierra y las piedras.
Almuerzo siempre aire,
Roca, carbones, hierro.
Hambres mías, girad. Pasad, hambres,
El prado de los sonidos.
Atraed el alegre veneno
De las enredaderas.
Coman riscos que alguien quiebra,
antiguas piedras de iglesia
o de diluvios de antaño;
panes de los valles pálidos.
(Rimbaud: "Hambre", Una temporada en el infierno. En Poesía completa, Madrid: Círculo de Lectores, 1998, pp. 327-8. Traducción de Miguel Casado, Aníbal Núñez, Gabriel Celaya y Cintio Vitier).
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Podcast
sábado, 19 de mayo de 2012
Faulkner. Mínimo homenaje
The
Old People
[Lectura en inglés del comienzo del cuento]
Llega un momento, cuando ya no
se puede esperar más, cuando cada momento es el último porque no queda tiempo,
en el que por fin se puede actuar con sabiduría, no porque antes no se supiese
nada o se supiese de manera imperfecta: pues sí se sabía, siempre se supo, pero
no era el momento de actuar porque siempre quedaba el futuro para todo lo que
no fuese urgente: los imparables y sucesivos momentos de amar, luchar y odiar:
esa era la sabia falta de sabiduría de entonces, cuando se sabía algo más pero
no había prisa porque llegaría la hora, porque siempre llega y se sabe, y eso
es todo lo que sabe y esa es la sabiduría. Así que cuando llega el momento de
actuar sabiamente lo reconoces porque no es recuerdo ni un proyecto, sino que lo
reconoces porque sabes que ya lo estás haciendo. No se trata de arreglar las
cuentas: eso es imposible. Sencillamente, ya no amas, no luchas, no odias.
Tampoco estás en paz ni buscas la paz. Te has vuelto sabio porque reconoces que
ya no sabes nada y no puedes querer ni pretender. Por fin, cada momento, ahora,
aislado del tiempo, puedes hacerlo, ya que no aconteces en el mundo de los
fantasmas que viven, has dejado de ser un peligro, una amenaza, y te dejan ser
eso que no es un niño ni un viejo, sino más bien un cadáver que lo sabe todo,
siempre al borde de la desaparición que más tarde, bastante más tarde, quizás
deje la huella de una pregunta: ¿Pero ya no está? Y en esa fugaz curiosidad
ante los huecos se consume la huella. Y nada más. Así que puedes recordar qué
era respirar cuando lo hacías sin sentirlo, puedes recordar qué era el corazón
cuando palpitaba sin que estuvieses pendiente del leve hilo de su arrítmico
tictac. Entonces reconoces que pides perdón, das las gracias y rindes homenaje.
Y nada más. Ni siquiera esperas.
[William Faulkner.
Fotografía de Carl Van Vechten. Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:William_Faulkner_01_KMJ.jpg]
Desde los quince años, desde
hace veinticinco años Faulkner me habla no del ser humano y la familia ni de la
Historia ni de la vida y la muerte y Dios y el mundo, sino del hombre, de la
mujer, del hijo, de la hija, del padre, de la madre, de la guerra, del amor,
del odio, de la piedad, de la crueldad, de la inocencia, de la estupidez, del
ir desapareciendo a conciencia, de las fuerzas fuera del control de todos los
dioses: de la herencia, de la tragedia, de la voluntad, de la ira, de de la
venganza, de la compasión, de la necesidad y de la coincidencia, y del cuerpo,
y de la carne, y del deseo, y de la vejez, y del error, y de la memoria, y de
la sangre, y de la resistencia más ciega que todas las fuerzas.
Y me fui encontrando con
Ricardo III, con Lady Macbeth, con Hamlet y con el rey Lear. Y fui viviendo y
fui entendiendo a Faulkner. Y no fue suficiente. Me encontré con Orestes, con
Áyax, con Antígona, con Aquiles y con Prometeo. Y fui viviendo y fui
entendiendo a Faulkner. Y no fue suficiente. Y entonces me encontré a Saúl, a
Samuel, a David, a Salomón, a José, a Ismael, a Abrahán y a Moisés. Y seguí
viviendo y por fin entendí a Faulkner. Entendí en qué lengua me hablaba y
entendí qué decían esas palabras. Entendí y sigo oyéndolo y ya puedo seguir
escuchando y callar para darle las gracias y rendirle homenaje, porque es el
momento.
lunes, 14 de mayo de 2012
Kafka y una comunidad de infames. (Podcast).
[Pastelería Gloppe en los Campos Elíseos, J. Béraud, 1889. Fuente: http://cl.kalipedia.com/historia-universal/tema/auge-burguesia.html?x=20070717klphisuni_240.Kes&ap=0]
viernes, 20 de abril de 2012
LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE. Camilo José Cela (PODCAST)
En este podcast podéis escuchar la lectura del comienzo de La familia de Pascual Duarte con música de fondo de Anton Webern.
Y en este escucharéis la misma lectura sobre un fondo musical de Edgar Varèse.
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Podcast
jueves, 5 de abril de 2012
sábado, 10 de marzo de 2012
Esperé un dios en mis días. Luis Cernuda. PODCAST
Esperé un dios en mis días
para crear mi vida a su imagen,
mas el amor, como un agua,
arrastra afanes al paso.
para crear mi vida a su imagen,
mas el amor, como un agua,
arrastra afanes al paso.
Me
he olvidado a mí mismo en sus ondas;
vacío el cuerpo, doy contra las luces;
vivo y no vivo, muerto y no muerto;
ni tierra ni cielo, ni cuerpo ni espíritu.
vacío el cuerpo, doy contra las luces;
vivo y no vivo, muerto y no muerto;
ni tierra ni cielo, ni cuerpo ni espíritu.
Soy
eco de algo;
lo estrechan mis brazos siendo aire,
lo miran mis ojos siendo sombra,
lo besan mis labios siendo sueño.
lo estrechan mis brazos siendo aire,
lo miran mis ojos siendo sombra,
lo besan mis labios siendo sueño.
He
amado, ya no amo más;
he reído, tampoco río.
he reído, tampoco río.
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domingo, 4 de marzo de 2012
sábado, 25 de febrero de 2012
La niña fea. (Ana María Matute). PODCAST Y COMENTARIO
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“La niña fea”. Un comentario.
Una primera lectura de “La niña
fea” podría hacer pensar que estamos ante un texto moral, incluso moralista, y también
romántico como sinónimo de reblandecimiento sentimental y ofuscación del juicio.
Sin embargo, con apenas ciento cincuenta palabras Ana María Matute nos describe
un universo ajeno a la moral y al romanticismo fácilmente interpretable con claves
nietzscheanas.
La niña del cuento es
rechazada por las otras niñas debido a su fealdad: la juzgan fea, es decir, no
de su gusto, indeseable porque les molesta su fealdad, y la relegan a la soledad,
a la incomunicación. La fealdad de la niña parece consistir más en una falta de
ornamentos y en un ser físico neutro que en una irregular conformación anatómica:
su color es el de la tierra, el de lo inerte.
Nietzsche calificaba al hombre
como animal que juzga, es decir, que crea escalas de valor al no poder evitar
introducir sentido, cualquier interpretación, en los fenómenos. Por eso no
existen fenómenos morales, sino interpretaciones morales de los fenómenos. Desde
el momento en que toda forma de vida interpreta y enjuicia, estas ficciones son
inevitables. De lo que se trataría es de que lo vivo cree ficciones que no
contradigan su esencia: la voluntad de poder como impresión al devenir del carácter
del ser. El artista sería, pues, el más fiel representante de este necesario
juego de ficciones al dar forma al caos, al crear una ficción que se sabe como
tal. También el paganismo, un ideal (una ficción) que refuerza la vida, con la
creación de mitos apegados a la naturaleza, constituye una ciencia fiel a la
ficción. Y toda ficción, toda vida se remite a su origen en esa síntesis de
fuerzas que es el mundo inorgánico, donde no reside el error, pues no ha lugar
ni a las interpretaciones ni a los juicios: ahí la comunicación es perfecta.
La niña fea es juzgada por las
otras niñas, que no pueden hacer otra cosa ya que les resulta desagradable: no
se trata de un juicio moral, ni se puede juzgar moralmente a las otras niñas,
pues sólo son animales que juzgan, y al carecer de moral los animales escapan
al juicio moral. El juicio estético de las niñas no relega a la niña fea a la
incomunicación, sino que la remite a su única comunicación posible con aquello
con lo que sólo puede comunicarse: con el mundo inorgánico. No sólo no hay
crueldad, ni mucho menos motivo para la pena, sino que tampoco hay tragedia,
pues la niña fea carece del heroísmo del artista que crea ficciones, que da
forma al caos de su apariencia con una envoltura interpretativa cualquiera. La
niña fea, como en un rito pagano, no lucha y sigue su destino como también lo
hacen las otras niñas, como lo hace todo en el Universo: llega la niña fea a su
máxima y última posibilidad regresando a lo que no juzga, a lo que no yerra, a
lo que no incomunica: a lo que tanto ella como las otras niñas son en el fondo
de su apariencia.
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sábado, 28 de enero de 2012
domingo, 22 de enero de 2012
De noche
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Sumirme en la noche. Del mismo modo en que algunas veces se inclina la cabeza para pensar, sumirme por completo en la noche. Alrededor duermen los hombres. Pero es una pequeña comedia, una inocente ilusión, eso de que duermen en casas, en sólidas camas bajo techos seguros, estirados o acurrucados sobre los colchones, con sábanas y mantas; en realidad se han encontrado todos, un incontable número de personas, un ejército, un pueblo, como una vez antaño, y como lo harán en el futuro, en una zona desértica, un campamento al aire libre, bajo el frío cielo y sobre la fría tierra, arrojados donde habían permanecido en pie, la frente presionada contra el brazo, el rostro contra el suelo, respirando tranquilamente. Y tú despiertas, eres uno de los vigilantes, encuentras al próximo al atizar las brasas del montón de ramas secas a tu lado. ¿Por qué velas? Uno debe velar, se dice. Uno tiene que hacer acto de presencia.
[KAFKA, Franz. Cuentos completos. Madrid: Valdemar, 2003. Traducción de José Rafael Hernández Arias].
[Música: Gymnopédies, nº 1. Erik Satie. Intérprete: Reinbert de Leeuw].
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En la intemperie, en la indefensa gleba del sueño, en la desnudez de los ojos cerrados, cuando ya no se puede más; en el cuerpo frágil que no es más que otro cuerpo junto a otros cuerpos, en la duermevela de la conciencia, entre el sol y las suelas; en las runas que se inscriben en la piel del que despierta, del que siempre está despierto y despierta a su insomnio, del que nunca puede más y ve el cuerpo desnudo, los ojos cerrados, indefenso, a la intemperie, sin sol ni zapatos, abandonado a la suerte de quien dice “En la intemperie, en la indefensa gleba del sueño, en la desnudez de los ojos cerrados, cuando ya no se puede más; en el cuerpo frágil que no es más que otro cuerpo junto a otros cuerpos, en la duermevela de la conciencia, entre el sol y la suelas; en las runas que se inscriben en la piel del que despierta, del que siempre está despierto y despierta a su insomnio, del que nunca puede más y ve el cuerpo desnudo, los ojos cerrados, indefenso, a la intemperie, sin sol ni zapatos, abandonado a la suerte del que dice “En la intemperie…
viernes, 6 de enero de 2012
KAFKA y BACH
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Texto de Kafka, Diarios. Barcelona: DeBolsillo, 2006, pp. 479-80. Traducción de Joan Parra y Andrés Sánchez Pascual.
Música de Bach, La Pasión según San Mateo, aria: Erbarme dich. Interpretado por Christa Ludwig (http://www.youtube.com/watch?v=x2XUaCWezRY&feature=fvst).
jueves, 22 de diciembre de 2011
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