En 1913, Marcel Duchamp escribía este ¿poema?
Possible
Possible
The figuration of a posible.
(not as the opposite of impossible
nor as related to probable
nor as subordinated to likely)
the possible is only
a physical “caustic” [vitriol type]
burning up all aesthetics or callistics [1]
A todos nos ha pasado: uno despierta cuando deja de creer que no estaba durmiendo y se pregunta, como si todavía fuese necesaria esta falsa humildad de la duda introductoria al saber, si no será que hasta ahora había vivido según la lección de que lo bueno es lo verdadero y lo verdadero es lo bello y esta vez, al abrir los ojos, esta tríada (se) desvela por fin como disfraz de lo útil. Entonces se recuerda lo que siempre se ha sabido, que lo útil se conoce y no es bello, ni verdadero, ni bueno; que es la estrategia de los que han acordado durar un poco más y mejor durmiendo el sueño de las estoicas garantías probables de ser.
En 1943, Duchamp inserta un problema en la invitación a la exposición Through the Big End of the Opera Glass: Mueven blancas:
Possible
Possible
The figuration of a posible.
(not as the opposite of impossible
nor as related to probable
nor as subordinated to likely)
the possible is only
a physical “caustic” [vitriol type]
burning up all aesthetics or callistics [1]
A todos nos ha pasado: uno despierta cuando deja de creer que no estaba durmiendo y se pregunta, como si todavía fuese necesaria esta falsa humildad de la duda introductoria al saber, si no será que hasta ahora había vivido según la lección de que lo bueno es lo verdadero y lo verdadero es lo bello y esta vez, al abrir los ojos, esta tríada (se) desvela por fin como disfraz de lo útil. Entonces se recuerda lo que siempre se ha sabido, que lo útil se conoce y no es bello, ni verdadero, ni bueno; que es la estrategia de los que han acordado durar un poco más y mejor durmiendo el sueño de las estoicas garantías probables de ser.
En 1943, Duchamp inserta un problema en la invitación a la exposición Through the Big End of the Opera Glass: Mueven blancas:
Hasta ahora, nadie ha encontrado la solución. Dadá decía que no hay solución porque no hay problema.
Sobre el tablero sólo importaban los movimientos que llevaban a la victoria, y esos movimientos exitosos eran hermosos, buenos, verdaderos movimientos hacia el fin de la partida, hacia el final de partida, cuando no queda tiempo para el error y el error se manifiesta como lo auténticamente útil, lo que conduce inexorablemente a la victoria.
En 1917, Marcel Duchamp hace (a él no le gustaría que dijésemos “crea”) Trébuchet.
¿Qué hace este perchero clavado en el suelo? Un zugzwang.
Y ahora el tablero ya no es un espacio práctico, un escaqueo por el cálculo de efectos, un uso eficiente de los trebejos para aprovecharse de la ignorancia del otro y para aprovechar la oportunidad encontrada al albur de lo impensado. Ahora el tablero es la Utopía y sólo lo aún no sido, lo que será no porque ha de ser, lo posible mismo se transfigura en una relación metamórfica en la que el yo y el otro se recombinan para crear no ya la serie de los movimientos hacia la vitoria/hacia la derrota, hacia lo útil y el fracaso, hacia el total acabamiento de la partida y la retirada del tablero al silencio desértico sin piezas vivas, sin movimientos imaginados en situaciones inimaginadas en el orbe de lo útil; no para crear esta antítesis de la creación, nihilismo de la nada que se dice ser, sino para realizar, para traer a la realidad lo posible que siempre será.
En 1932, Duchamp publica en Bruselas, junto con Halberstadt, L'opposition et les cases conjugées sont réconciliées.
En 1932, Duchamp publica en Bruselas, junto con Halberstadt, L'opposition et les cases conjugées sont réconciliées.
I added “reconciled” because I had found a system that did away with the antithesis. But the end games in which it works would interest no chess player. That’s the funny part. There are only three or four people in the world who have tried to do the same research as Halberstadt, who wrote the book with me, and myself. Even the chess champions don’t read the book, since the problem it poses really only comes up once in a lifetime. They’re end-game problems of possible games but so rare as to be nearly Utopian [2]
1901, Lasker-Reichelm. Mueven negras. Duchamp asegura haber encontrado la síntesis de lo utópico: ni siquiera importa el gusto, y mucho menos el suyo, el de quien hace. Y, entonces, ¿cómo va a importar la utilidad? Duchamp aspira a un arte puramente intelectual, de ahí el ajedrez, de ahí los readymades. ¿Y qué no lo es? En el mejor de los casos estaremos ante un readymade asistido. Si no hay diferencia entre vida y arte, entonces lo que no es buen arte no es buena vida, y si el arte sólo es arte cuando trae a la realidad lo posible, entonces no hay buena vida en la repetición. Si sólo en el arte uno llega a ser humano, un individuo libre y pensante, el arte empieza por la creación de la propia vida: no es el fin la victoria, como no lo es el otro; tampoco la partida, pues no hay final de partida ya que el número de partidas posibles es infinito; el único fin es el tablero.
1912, Desnudo descendiendo una escalera.
1912, Desnudo descendiendo una escalera.
Vladimir J. Konečni (http://www.vladimirkonecni.net/plays/beckett/beckett.html) nos pone sobre aviso: he aquí la utopía: S. Barret, 1894, mueven blancas para hacer mate en doce movimientos:
16 de enero de 1925, Duchamp le escribe a Jaques Doucet en una carta: “I would like to force the roulette to become a game of chess” [4]
Sólo podemos imaginar que un dios omnisciente, aburrido de ganar a un humano ignorante, le solicitó su ayuda al Caos para introducir la incertidumbre. Tuvo que ser el Caos, no Caissa.
(Monte Carlo Bond - 1924)
¿Caissa? ¿Calística? El estudio de Marcel Duchamp en Nueva York entre 1917 y 1918. ¿Caótica?
Preguntado por su relación con André Breton, Duchamp dice:
It’s a somewhat difficult sort of friendship, you see what I mean? We don’t play chess together, you understand? [5]
Lo posible está por encima de lo real, dejó escrito Heidegger. Y uno despierta y por fin se pregunta para qué sirve lo útil. Y no hay respuesta, como no hay solución porque no hay ningún problema, de igual manera que no había pregunta. Jeremías, en Niño Jenízaro, está escribiendo Vidas de los ajedrecistas ilustres, sorites erístico de anfibológicas aporías: “Yo soy un jugador de ajedrez. Tú eres un jugador de ajedrez. Yo no soy tú. Por lo tanto, ni tú ni yo somos jugadores de ajedrez”. Sólo es posible que el ajedrez exista sin jugadores y que el tablero sea la condición de posibilidad de todas las posibilidades ínsitas secreta, recónditamente en sus casillas, en la transgresión según la ley de sus límites internos y externos. Janis Mink subtitula su libro sobre Duchamp “El arte contra el arte”, [6] pero se equivoca, como quien dice “La vida contra la vida”, porque no hay arte ni vida ya que ese “contra” está demás y, por eso, es necesario. El arte. La vida. Nada más. Es la tensión del arco, de la ballesta, del fundíbulo del alma, esa máquina célibe o pantógrafo que tergiversa toda traducción y traiciona la ficción de especulaciones, reflejos y fractalidades para ir hacia atrás, fijar, colocar y arrojar.
fundíbulo.(Del lat. fundibŭlum).
1. m. Máquina de madera que servía para disparar piedras de gran peso. [7]
Álvaro Sanmartín ha creado este ¿problema?
Mueven blancas.
[8]
__________
NOTAS
[1] SANOUILLET, Michel & Peterson, Elmer (ed.). The Writings of Marcel Duchamp. New York: Da Capo Press, 2010, p. 73.
[2] CABANNE, Pierre. Dialogues with Marcel Duchamp. New York: Da Capo Press, 1987, pp. 77-78.
[3] Solución al problema de S. Barret
[4] SANOUILLET, Michel & Peterson, Elmer (ed.). The Writings of Marcel Duchamp. New York: Da Capo Press, 2010, pp. 187-188.
[5] CABANNE, Pierre. Dialogues with Marcel Duchamp. New York: Da Capo Press, 1987, p. 101.
[6] MINK, Janis. Duchamp 1887-1968. El arte contra el arte. Colonia: Taschen, 1996.
[7] DRAE.
[8] Álvaro Sanmartín:
[5] CABANNE, Pierre. Dialogues with Marcel Duchamp. New York: Da Capo Press, 1987, p. 101.
[6] MINK, Janis. Duchamp 1887-1968. El arte contra el arte. Colonia: Taschen, 1996.
[7] DRAE.
[8] Álvaro Sanmartín:
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