miércoles, 18 de julio de 2012

Principios ajedrecísticos básicos para torpes


El ya un poco viejo (y no por eso menos recomendable) libro de Yuri Averbach, Lecturas de ajedrez, me hace pensar en todos los que sentimos maniática pasión por el ajedrez y como mucho nos acercamos a los 1600 puntos ELO.

Nosotros, los torpes del ajedrez, somos una fauna curiosa. Y numerosa. En los campeonatos nunca abandonamos la última fila, esa con los tableros de plástico, y no acabar en la última mesa ya es un triunfo. Somos los mirones que se acercan a los primeros tableros y nos quedamos observando con cara de entender y pensar y en realidad nos enteramos de lo mismo que un mal pintor ante un cuadro de Picasso. Y nos encanta todo lo que tenga que ver con el ajedrez: lo buscamos en las artes plásticas, en la Literatura, en la publicidad… Leemos, embelesados, libros como los de Averbach, en los que se cuentan anécdotas de los grandes maestros y en los que se enumeran las virtudes necesarias para ser un excelso jugador. Y, por supuesto, nos lanzamos a devorar manuales sobre aperturas, defensas y finales, y casi siempre pinchamos en hueso y se nos rompen los dientes de leche ajedrecísticos.


[Quien esto escribe tenía la friolera de 1516 puntos ELO cuando jugó esta partida contra un rival de 1849 puntos. ¿Adivinan con qué color jugaba cada uno?]

Yo me pregunto: ¿Quién escribe realmente para nosotros, sobre nosotros? Y, sí, comprendo que no se haga, igual que entiendo que no se escriban libros para y sobre los malos escultores. Sin embargo… Sin embargo, yo no me conformo con esas valiosas limosnas que se nos entregan bajo títulos del tipo Mejore su nivel de ajedrez, Ajedrez para principiantes, o Por Dios, deje en paz el ajedrez. De ahí que haya decidido escribir los diez principios ajedrecísticos básicos para torpes:

1.       A los campeonatos lleva dos bolígrafos. Si escriben, mejor que mejor.
2.       Aseméjate a Capablanca y preocúpate sólo del siguiente movimiento. Esto te ahorrará dinero en libros y evitará la desilusión ante la imposibilidad de memorizar la más sencilla combinación.
3.       Si estás en la calle y un ajedrecista de los primeros tableros te pide fuego, déjale el mechero.
4.       Recuerda que nuestro estilo de juego tiene un nombre: “Jugar al toque”. Sé fiel a tu estilo y ¡llévalo hasta las últimas consecuencias! Además, es lo más ético: calcular es de mezquinos.
5.       Si juegas contra un niño que sentado ante el tablero apenas toca con los pies en el suelo, reza para que cuando te dé el mate no haya mucha gente alrededor.
6.       No te pongas más nervioso en las partidas rápidas que en las lentas, ni viceversa. Para nosotros no hay diferencia: pensamos lo mismo en veinte segundos que en veinte minutos.
7.       Si eres hombre y juegas contra un escote, aprovecha para disfrutar la deliciosa sensación de jugar por placer. ¡Lo importante es participar y divertirse, no ganar!
8.       Antes de entrar en la sala de juego, apaga el móvil. ¡No eres un estudiante de la ESO!
9.       “Jugar al toque” siempre ha de ir acompañado del juego psicológico. Ya sabemos que Fischer prefería los buenos movimientos, pero Fischer se volvió loco, ¿no?
10.   Sé educado. Para cagarte en la perra, juega por Internet.

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