El ya un poco viejo (y no por
eso menos recomendable) libro de Yuri Averbach, Lecturas de ajedrez, me hace pensar en todos los que sentimos
maniática pasión por el ajedrez y como mucho nos acercamos a los 1600 puntos
ELO.
Nosotros, los torpes del
ajedrez, somos una fauna curiosa. Y numerosa. En los campeonatos nunca
abandonamos la última fila, esa con los tableros de plástico, y no acabar en la
última mesa ya es un triunfo. Somos los mirones que se acercan a los primeros
tableros y nos quedamos observando con cara de entender y pensar y en realidad
nos enteramos de lo mismo que un mal pintor ante un cuadro de Picasso. Y nos
encanta todo lo que tenga que ver con el ajedrez: lo buscamos en las artes
plásticas, en la Literatura, en la publicidad… Leemos, embelesados, libros como
los de Averbach, en los que se cuentan anécdotas de los grandes maestros y en
los que se enumeran las virtudes necesarias para ser un excelso jugador. Y, por
supuesto, nos lanzamos a devorar manuales sobre aperturas, defensas y finales,
y casi siempre pinchamos en hueso y se nos rompen los dientes de leche
ajedrecísticos.
Yo me pregunto: ¿Quién escribe
realmente para nosotros, sobre nosotros? Y, sí, comprendo que no se haga, igual
que entiendo que no se escriban libros para y sobre los malos escultores. Sin
embargo… Sin embargo, yo no me conformo con esas valiosas limosnas que se nos
entregan bajo títulos del tipo Mejore su
nivel de ajedrez, Ajedrez para
principiantes, o Por Dios, deje en paz
el ajedrez. De ahí que haya decidido escribir los diez principios
ajedrecísticos básicos para torpes:
1.
A los campeonatos lleva dos bolígrafos. Si
escriben, mejor que mejor.
2.
Aseméjate a Capablanca y preocúpate sólo del
siguiente movimiento. Esto te ahorrará dinero en libros y evitará la desilusión
ante la imposibilidad de memorizar la más sencilla combinación.
3.
Si estás en la calle y un ajedrecista de los
primeros tableros te pide fuego, déjale el mechero.
4.
Recuerda que nuestro estilo de juego tiene un
nombre: “Jugar al toque”. Sé fiel a tu estilo y ¡llévalo hasta las últimas
consecuencias! Además, es lo más ético: calcular es de mezquinos.
5.
Si juegas contra un niño que sentado ante el
tablero apenas toca con los pies en el suelo, reza para que cuando te dé el
mate no haya mucha gente alrededor.
6.
No te pongas más nervioso en las partidas
rápidas que en las lentas, ni viceversa. Para nosotros no hay diferencia:
pensamos lo mismo en veinte segundos que en veinte minutos.
7.
Si eres hombre y juegas contra un escote, aprovecha
para disfrutar la deliciosa sensación de jugar por placer. ¡Lo importante es
participar y divertirse, no ganar!
8.
Antes de entrar en la sala de juego, apaga el
móvil. ¡No eres un estudiante de la ESO!
9.
“Jugar al toque” siempre ha de ir acompañado del
juego psicológico. Ya sabemos que Fischer prefería los buenos movimientos, pero
Fischer se volvió loco, ¿no?
10.
Sé educado. Para cagarte en la perra, juega por
Internet.
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