Todos recordamos el comienzo
de La historia del arte de Gombrich:
“No existe, realmente, el arte. Tan solo hay artistas”. Para entenderlo, podríamos
engañarnos y, por ejemplo, recurrir a la lógica con el fin de distinguir entre
lo concreto y lo conceptual: No existe la blancura, existen cosas blancas /
existe el color blanco / etc. Pero esta no es la clave.
Gombrich aclara que la palabra
“arte” va cambiando de significado según la época y el lugar, y que lo que cae
dentro de esta categoría puede llegar a ser tan heterogéneo que apenas se
comprende que caiga dentro de una misma categoría. El arte con mayúscula, por
lo tanto, sería algo así como un ídolo o un fantasma. Ahora bien, con idénticos
argumento y coherencia se podría afirmar que tampoco existen los artistas, sino
gente que hace algo que otros y/o ellos mismos llaman arte, y de ahí lo de
artista, algo que no sucede, por poner un ejemplo que sirva de comparación, con
pan y panadero. Por lo tanto, si cambiásemos el título de la obra de Gombrich
por La historia de lo que han hecho los
artistas, también sería una historia de ídolos y fantasmas.
La ingenuidad lógica de
Gombrich no deja de ser uno de esos errores más estimulantes que el acierto.
Por lo menos a mí me sirve para preguntarme si existe la Literatura, o los
libros, o los escritores, o los lectores, o los editores, o los libreros.
En primer lugar, pienso que si
existe, la Literatura ha de ser con mayúscula inicial, pues entiendo que con
minúscula hacemos referencia a la mala Literatura, lo que es un oxímoron como
“amigo traidor” o una expresión absurda del tipo “cuchillo sin mango al que le
falta la hoja”, es decir, algo inexistente. Por literatura entiendo lo que
aparece en un libro etiquetado como literatura. Veo, entonces, que la
Literatura no son los libros, y los libros existen. Los libros requieren de
escritores, lectores, editores y libreros (y publicistas y periodistas e
impresores). Así pues, la literatura existe y para existir necesita de la
existencia de lo recién enumerado. ¿Y la Literatura? Para aparecer en un libro,
la Literatura también necesita, como mínimo, de los escritores y de los
técnicos de la edición.
Y, en segundo lugar, pienso
que la Literatura es el experimento con el lenguaje sobre la experiencia de las
posibilidades del lenguaje. Claro que un bebé hace eso mismo, y a lo que hace
no le llamamos Literatura. Por lo tanto, para que haya Literatura tiene que
haber algo más: una voluntad consciente de estar experimentando sin más
pretensión que experimentar las posibilidades del lenguaje.
Así pues, concluyo que el
escritor de Literatura vive y muere en el lenguaje de una manera llamada
Literatura, que no será, entonces, sino lo posible del lenguaje, de forma que
no son necesarios editores, ni libros, ni publicistas, ni periodistas, ni
impresores, ni lectores para que haya Literatura, posibilidad que se
materializa no cuando alguien escribe, sino cuando el escritor es Literatura,
como, por ejemplo, dijo Kafka de sí mismo.
El resto es, por lo tanto, no una
cuestión conceptual, pues hablamos de realidades bien tangibles, sino una
cuestión de comercio con arte-factos.
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