Hay que proteger a los
mejores: en cuanto que excepciones, siempre están en peligro de extinción tanto
porque son menos como porque están demasiado ocupados creando como para pensar
en sí mismos y cuidarse. Y entre los mejores, hay que proteger especialmente,
es decir, de manera implacable, a los más susceptibles de ser utilizados por la
mayoría, que son los peores, y, así, de sufrir la lenta extinción de la humillación.
No sé de ninguno de los
pertenecientes a este grupo más necesitado de protección que Nietzsche. La
verdad es que no sé qué ha hecho el bueno de Nietzsche para merecer este
destino: un hombre que escribía con claridad y precisión y que gritaba que por
favor no se le confundiese con nadie y no dejaba de preguntar “¿Se me entiende?”.
Pues no, se ve que no se le ha
entendido. A mí lo de la manipulación de los nazis me parece casi un cuento de
risa comparada con bestialidades de este calibre:
Y la palabra bestialidad me
parece suave para describir lo de “NÍETZSCHE PARA LOS POBRES”. Si el pensador
levantase la cabeza, volvería a volverse loco con tal de no verse en las garras
de semejantes alimañas.
Pero ¿es tan difícil leer? ¿Es
tan difícil comprender?
Hace más de diez años guardé
esta publicidad de la tónica Schweppes:
Es triste ser devorado por la
publicidad, pero ahora esto, que en su momento me pareció una barrabasada, se
me antoja hasta de mediano buen gusto, al menos por el realismo de la imagen:
la moza tiene cara de no entender nada de nada, pero ahí está con el libro de
diseño en la mano antes de colocarlo, seguro, sobre la mesa del salón como
pieza decorativa.
Por desgracia, hay quien
decora su cabeza con Nietzsche y su cabeza es tan plana como el “muro” de su
Facebook, muro de las lamentaciones donde humillan al hombre.
(Por cierto, me he enterado de que han hecho un cómic de Así habló Zaratustra... Cuando algo falla, es que falla todo. Y cuando falla todo, ¿qué hacer?).
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