SHAW, Bernard. Man and Superman. London: Penguin, 1946.
Hasta los años setenta del
pasado siglo, los escritores que hacían Literatura se dividían en tres grupos:
el más numeroso contaba historias (con éxito entre los lectores), también
numeroso era el de los que pretendían filosofar (con más éxito entre la crítica
pero no poco, también, entre los lectores), y el eterno grupúsculo de los que a
través del experimento estético ahondaban en el hecho de la creación con palabras
(con éxito en esa posteridad clásica de los apenas leídos). Luego, a partir de
los ochenta, ya sólo se han contado historias (salvo las redentoras excepciones
estéticas), y, sinceramente, la pérdida de los que pretendían hacer filosofía
con la Literatura no sé si realmente ha de lamentarse.
[Bernard Shaw. Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:George_Bernard_Shaw_1925.jpg?uselang=es]
Bernard Shaw terminó de
escribir Man and Superman en 1903 (y
fue representada en 1905). La obra se compone de una introducción a modo de
carta y dedicatoria (en la que Shaw demuestra que se ha leído las varias versiones
literarias del mito de Don Juan y donde explica el contenido y la intención del
libro), la obra teatral propiamente dicha (“a drama of ideas”, p. 44), el
opúsculo (panfletario) “The Revolutionist’s Handbook”, y una colección de
máximas y aforismos (de la que ya se ha traducido una selección en este blog).
Penguin presenta así el volumen: “The present
volumes […] can be read for aesthetic entertainmment, for up-to-date liberal
education, for philosophic and biological doctrine, ever for pure fun, or for
any or all of them”. Esto lo escribían los editores en 1946, claro,
porque en la actualidad la obra se lee, como mucho, para reírse de vez en
cuando y para comprobar, una vez más, lo que tuvo que sufrir el pobre Nietzsche
tras su muerte y su vulgarización.
En la entrada anterior de este
blog escribíamos sobre Por qué no soy cristiano, de Bertrand Russell.
Ahí, en “¿Sobrevivimos a la muerte?”, publicado por primera vez en 1936,
leemos: “Nietzsche argüía a favor de una ética profundamente distinta de la cristiana,
y algunos gobiernes poderosos han aceptado sus enseñanzas. Si el conocimiento
del bien y del mal es una argumento a favor de la inmortalidad, tenemos que
decidir primero si creer en Cristo o en Nietzsche, y luego declarar que los
cristianos son inmortales, pero que Hitler y Mussolini no lo son y viceversa
[…] Los que tengan el mejor gas venenoso tendrán la ética del futuro” (p. 97 de
la obra citada en la entrada inmediatamente anterior de este blog).
[Bertrand Russell. Fuente: Wikipedia]
Estas asociaciones, así, sin
encomendarse ni al estudio ni a la reflexión, las rebuznó un filósofo. Ignoro
qué pensaba Shaw de sí mismo, tal vez se creía filósofo, pero afortunadamente,
lo que le exime de cierta responsabilidad, no dejaba de ser un escritor de
ficciones. Pero tampoco esto es disculpa. Estamos en la época de la
vulgarización de Nietzsche y a vueltas con Weininger, es decir, todavía erre
que erre con un romanticismo que se cree inteligente y con una retórica que se
cree científica: y todo esto en Man and
Superman, por supuesto, al servicio de la crítica social, es decir, con
pretensiones revolucionarias (o reformistas).
La tesis de la obra es simple:
las relaciones hombre-mujer son el microcosmos en el que se reproduce la
cosmo-biológico-metafísica esencia de la vida; la mujer es la vida que quiere
apropiarse lo mejor con todo egoísmo para crear algo más elevado cada vez, lo
que la salva del egoísmo; el hombre es la inteligencia consciente, la lucidez a
través de la cual la vida se conoce a sí misma y que de alguna manera se
resiste a ser engullida por la vida porque aún se piensa independiente de ella;
la unión armónica entre la perfecta fuerza vital y la perfecta lucidez
engendraría al superhombre; si el superhombre todavía no ha sido posible se
debe a las organizaciones sociales alrededor de la moral y los intereses que
diezman la vida y embotan la inteligencia con su mendaz hipocresía y sus
matanzas para garantizar la riqueza de unos pocos.
Con estos mimbres el resultado
podría haber sido un cesto sin fondo, inútil, y con asas que repeliesen el más
mínimo contacto. Pero queda el lenguaje y el humor, y gracias a eso tenemos un
simpático canastillo con algunas flores de invernadero.
Imagino que en la actualidad
los contadores de historias siguen dándole vueltas al tema hombres-mujeres. Eso
vende. Y espero que hayan dejado en paz a Nietzsche, lo que considero muy
probable, igual que habrán dejado en paz a Heidegger, por decir otro nombre, y
como espero y deseo que dejen en paz de una vez al pobre Wittgenstein, pues
tengo entendido que últimamente está de moda torturarlo en este país. Yo, qué
quieren, para Nietzsche en la Literatura me quedo con poquitas cosas:
“La pantorrilla es un miembro
con suerte, porque nace de pie.-ZARATHUSTRA”.
“¿Que se te pierden los
gemelos de los puños?
¿Que te enamora contemplar las piernas de
cierta mujer?
Agáchate. Encontrarás todo eso debajo de la
mesa.-NIETZSCHE”.
[Gómez de la Serna. Fuente:
Wikipedia]
Pero este es Gómez de la
Serna, y eso ya son palabras mayores. Así que terminaré con un bonito poema de
John Kinsella:
LILITH SECRETES HERSELF IN THE CREATION OF A
NIETZSCHEAN APHORISM
Standing
in the garden
Nietzsche
bent down, plucked
a
flower, and held it to his nose.
In
the act of picking this flower
Nietzsche
lost track of Necessity,
or
Necessity lost track of Nietzsche.
A
voice whispered in his ear:
‘You
have succumbed to desire, my dear’.
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