martes, 6 de noviembre de 2012

Ajedrez 1984


No sé si Orwell jugaba al ajedrez y, si lo hacía, si era algo importante en su vida. Pero si hago caso de lo que leo en 1984, apostaría que ni lo segundo ni, incluso, lo primero. Bien: tengo el presentimiento de haber metido la pata.

En cualquier caso, digo esto porque me parece que el ajedrez juega un pobre papel en esta novela desde el punto de vista literario, por no añadir desde el punto de vista de las posibilidades del propio juego. Una vez más, el ajedrez podría haber sido sustituido por cualquier otra cosa o actividad que poseyese el mismo valor simbólico en la biblioteca social de la mente del lector, como, por ejemplo, la resolución de problemas lógicos. Y si es sustituible, no es esencial, y si no es esencial, no aparece sino como lejano reflejo de sí mismo.

Hay un Comité de Ajedrez, por lo tanto parecería que el ajedrez posee un poder significativo en esa sociedad utópica; pero también hay departamentos encargados de controlar las canciones de moda, por ejemplo, así que el ajedrez es una mera forma más de comunicación entre los individuos.

Aunque ya sabemos que el ajedrez se asocia con la inteligencia, con pensar. O, más bien, esta asociación es la que maneja la mayoría, sobre todo los que nunca han jugado más o menos en serio al ajedrez. Simbolizaría, pues, la razón, la lógica, el análisis, y en una sociedad en la que impera lo ilógico y la tergiversación, el ajedrez podría ser peligroso porque fomentaría un pensar amplio, radical, crítico. Pero esto es mentira y, por lo tanto, esta posible función simbólica del ajedrez en una obra de ficción  tendría que quedar, más bien, para la literatura de segundo orden.

Encontramos tres ejemplos del uso del ajedrez que pueden ofrecernos una visión más clara de todo esto:

-Después de haber sido torturado, Winston se pone ante un tablero para resolver un problema: mueven blancas, mate en dos. Lo que le trae a la mente la cuestión de la existencia de la verdad metaforizada en la pregunta de si cada vez que se suman dos y dos el resultado es siempre cuatro. Así pues, ajedrez, matemáticas y lógica son perfectamente intercambiables.

-Durante esta escena, el protagonista se dice que siempre ganan las blancas porque el blanco representa el bien, es decir, lo que el poder dice que es el bien y puede hacer que venza a la fuerza. (“En ningún problema de ajedrez, desde el principio del mundo, han ganado las negras ninguna vez. ¿Acaso no simbolizan las blancas el invariable triunfo del Bien sobre el Mal?”,  http://www.librosgratisweb.com/html/orwell-george/1984/index.htm). Pero esta crítica está cogida por un cabello y este se parte: no siempre ganan las blancas.

-Leemos: “Lo que más temía era que la muchacha cambiase de idea si no se ponía en relación con ella rápidamente. Pero la dificultad física de esta aproximación era enorme. Resultaba tan difícil como intentar un movimiento en el juego de ajedrez cuando ya le han dado a uno el mate” (http://www.librosgratisweb.com/html/orwell-george/1984/index.htm). – Tal vez la falta de brillo literario no necesite explicaciones.

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