No sé si Orwell jugaba al
ajedrez y, si lo hacía, si era algo importante en su vida. Pero si hago caso de
lo que leo en 1984, apostaría que ni
lo segundo ni, incluso, lo primero. Bien: tengo el presentimiento de haber
metido la pata.
En cualquier caso, digo esto
porque me parece que el ajedrez juega un pobre papel en esta novela desde el
punto de vista literario, por no añadir desde el punto de vista de las
posibilidades del propio juego. Una vez más, el ajedrez podría haber sido
sustituido por cualquier otra cosa o actividad que poseyese el mismo valor
simbólico en la biblioteca social de la mente del lector, como, por ejemplo, la
resolución de problemas lógicos. Y si es sustituible, no es esencial, y si no
es esencial, no aparece sino como lejano reflejo de sí mismo.
Hay un Comité de Ajedrez, por
lo tanto parecería que el ajedrez posee un poder significativo en esa sociedad
utópica; pero también hay departamentos encargados de controlar las canciones
de moda, por ejemplo, así que el ajedrez es una mera forma más de comunicación
entre los individuos.
Aunque ya sabemos que el
ajedrez se asocia con la inteligencia, con pensar. O, más bien, esta asociación
es la que maneja la mayoría, sobre todo los que nunca han jugado más o menos en
serio al ajedrez. Simbolizaría, pues, la razón, la lógica, el análisis, y en
una sociedad en la que impera lo ilógico y la tergiversación, el ajedrez podría
ser peligroso porque fomentaría un pensar amplio, radical, crítico. Pero esto
es mentira y, por lo tanto, esta posible función simbólica del ajedrez en una
obra de ficción tendría que quedar, más
bien, para la literatura de segundo orden.
Encontramos tres ejemplos del
uso del ajedrez que pueden ofrecernos una visión más clara de todo esto:
-Después de haber sido
torturado, Winston se pone ante un tablero para resolver un problema: mueven
blancas, mate en dos. Lo que le trae a la mente la cuestión de la existencia de
la verdad metaforizada en la pregunta de si cada vez que se suman dos y dos el
resultado es siempre cuatro. Así pues, ajedrez, matemáticas y lógica son
perfectamente intercambiables.
-Durante esta escena, el
protagonista se dice que siempre ganan las blancas porque el blanco representa
el bien, es decir, lo que el poder dice que es el bien y puede hacer que venza
a la fuerza. (“En ningún problema de ajedrez, desde el principio del mundo, han
ganado las negras ninguna vez. ¿Acaso no simbolizan las blancas el invariable
triunfo del Bien sobre el Mal?”, http://www.librosgratisweb.com/html/orwell-george/1984/index.htm).
Pero esta crítica está cogida por un cabello y este se parte: no siempre ganan
las blancas.
-Leemos: “Lo que más temía era
que la muchacha cambiase de idea si no se ponía en relación con ella rápidamente.
Pero la dificultad física de esta aproximación era enorme. Resultaba tan difícil
como intentar un movimiento en el juego de ajedrez cuando ya le han dado a uno
el mate” (http://www.librosgratisweb.com/html/orwell-george/1984/index.htm).
– Tal vez la falta de brillo literario no necesite explicaciones.
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