domingo, 10 de marzo de 2013

Las cosas, las palabras, lo posible


¿Será una incapacidad?, pero no consigo ver la relación entre las palabras y las cosas, ni mucho menos su identidad. No logro ver la supuesta naturaleza pragmática del lenguaje. No entiendo lo de “hacer cosas con palabras”, no entiendo el esquema “emisor-mensaje/medio-receptor”, no entiendo la imperante pedagogía de una segunda lengua orientada a la consecución de fines utilitaristas.

Y no se trata tan solo de que hasta el día de hoy nunca haya visto hacer nada con palabras, ni conseguir cosas con palabras, ni siquiera lo que se entiende por comunicación, y mucho menos el cumplimiento del “Hablando se entiende la gente”. Porque si bien no he visto nada de esto, siempre podría pensar que no se trata de una característica de las palabras y el lenguaje, sino de una imposibilidad fruto del uso sin pericia de la herramienta.

En principio, parece todo lo contrario. Yo digo “mesa” y el otro parece entenderme. Estamos de acuerdo. Yo digo “¿puedes darme un vaso de agua?”, y el otro incluso puede dármelo, si puede y quiere; he conseguido algo. He utilizado palabras, me he valido del lenguaje. También puedo ir al campo, recoger rosas, hacer con ellas un ramo, acercarme a alguien y golpearlo en la cara: he conseguido herir a un enemigo; por lo tanto, las rosas son para hacer daño.

Para mí no hay más lenguaje que el que aparece en la creación de obras para el espíritu, en eso que llamamos arte y Literatura, pero no exclusivamente ahí y entonces. Entiendo el lenguaje como un fondo para la revelación de la experiencia a través del umbral de las palabras: lo que posibilita lo posible.

Entre el pensamiento que (se) piensa y la vida que (se) vive no hay artilugios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario