Este es el comentario:
Seria interesante conocer al autor de la crítica. Esconderse bajo siglas oscuras no es propio de un crítico serio. La discusión se hace entre personas visibles no entre fantasmas. Además, hay que tener respeto por un grupo de profesores que sacrificaron su tiempo para poner a disposición de los estudiosos la obra de Nietzsche.
Estimado amigo:
Mi nombre es Roberto Vivero Rodríguez. Nací el 20 de abril de 1972. Mi DNI es el 32655742c.
Ya ve que me dirijo a usted como amigo, pues entiendo que lo que le ha animado a dejar su mensaje es la buena voluntad, y no puede haber enemistad entre hombres de buena voluntad.
Paso a responder a su comentario.
Seria interesante conocer al autor de la crítica. – Ciertamente, no veo qué interés puede tener esto. Casi me suena al peligro de hacer acepción de personas, o de caer en el argumento ad hominem, o de tener preparada en la manga la dogmática daga del “enmucetado” criterio de autoridad que dan, para algunos, los certificados académicos. Pero se lo voy a poner fácil: No soy nadie y no sé nada. Y, lo que es peor, no he pasado por la Facultad de Filosofía ni la de Filología. Durante toda mi vida me he limitado a leer y pensar, y sólo me ha movido la curiosidad, las ganas de saber algo, y, sobre todo, la creación con palabras. Lo interesante es no quién habla o escribe, sino lo que se dice. Mire, si yo entro a robar en una joyería y me delata un ladrón reincidente, no por eso será mentira su denuncia.
Esconderse bajo siglas oscuras no es propio de un crítico serio. – Siento decirle que ha elegido mal el verbo con el que comienza esta oración. Porque no me escondo ni bajo siglas ni bajo palio. Este blog lo comenzamos dos personas, y como la otra persona no quería que su nombre fuese público, decidimos obviar nuestras identidades. A mí la idea me gustó no porque así permanecía en la impunidad del anonimato, sino porque creo que quizás habría que volver al antiguo anonimato para que lo que realmente importe sea el texto, no quien lo escribe. En cualquier caso, he mantenido esta línea, pero le aseguro que no para esconderme. Fíjese que más bien es todo lo contrario: yo escribo, me han publicado tres libros, y no me vendría mal un poco de publicidad, pero me ha parecido más “serio” no mezclar el interés con la creación. (Y le aseguro que si alguien comenta negativamente mis libros, pueden suceder dos cosas: que ese alguien lo haga para ir en mi contra, y por lo tanto a mí me da igual; o que lo haga porque cree estar diciendo la verdad, y entonces intentaré aprender). Otra cosa: Las “siglas oscuras” no son de mi invención: el programa del blog me las adjudicó sin encomendarse a nadie. Por último: No soy un crítico, y por lo tanto no puedo considerarme un crítico serio. Cuando escribo no pienso ni en mí ni en el autor del libro que reseño, si una reseña es lo que me ocupa: pienso en el texto. Por supuesto, mi ignorancia me hará cometer infinidad de errores, pero le aseguro que siempre parto de la premisa de no desviarme, al menos con la intención y el esfuerzo, si no del conocimiento, sí al menos de la recta opinión. – Siento que piense que me escondo. Mire, la editorial Trotta se puso en contacto conmigo; en ningún momento me dijeron que hiciese ningún cambio en la reseña, pero a mí me faltó tiempo para reconocer que había cometido excesos estilísticos e hice los cambios pertinentes. Y quiero pensar que lo que más les ha dolido a los editores no ha sido mi comentario del libro, sino la conciencia de haber puesto en el mercado un producto que no se ajusta a sus propios criterios de calidad.
La discusión se hace entre personas visibles no entre fantasmas. – Bonita frase, sin duda, pero no veo la obligación de poner una foto mía para que se me vea y para que se vea que no soy un fantasma, sino un don nadie de carne y hueso; y no haré esto porque soy demasiado feo y no quiero maltratar, hasta ese punto, a los que visiten el blog. Por otra parte, le invito también a usted a que abandone el estado fantasmal y firme su comentario como persona visible. Y las discusiones, y mire que aquí no hay discusión posible, pues en ningún momento me mueve el afán de polémica y estoy convencido de que en el fondo estamos de acuerdo; digo que las discusiones pueden desarrollarse incluso entre personas “no visibles”.
Además, hay que tener respeto por un grupo de profesores que sacrificaron su tiempo para poner a disposición de los estudiosos la obra de Nietzsche. – Tengo el máximo respeto por todo aquel que quiere hacer bien su trabajo, se lo aseguro, y más cuando ese trabajo está al servicio del conocimiento. Y es debido a ese respeto por lo que me he animado a mostrar lo que yo no he inventado, lo que está ahí. Y lo que ahí está es que la mejor editorial de este país pone a la venta por un precio elevado (pero justo) un libro en el que un Catedrático de Filosofía escribe “encima mío”. Dígame: Si veo que esto lo escribe un chico de Segundo de la ESO, ¿qué me recomienda que haga? ¿Me acuerdo de los padres y de las madres del sistema educativo, maldigo a la juventud actual, me pongo a añorar, ay, las nieves de antaño? Porque respeto a esos profesores, porque respeto a la editorial Trotta, y porque respeto a los lectores, he de escribir lo que he escrito. Aquí el problema no es que alguien describa la realidad: el problema es la realidad. Si usted compra un ordenador y está plagado de defectos, ¿no acude de inmediato a la tienda? ¿O se para a pensar que lo han ideado y lo han fabricado ingenieros y “mileuristas” con todo su esfuerzo y cariño y, por lo tanto, ha de quedarse con el ordenador defectuoso? Es el respeto lo que me mueve. Porque yo no gano nada con todo esto, ni dinero ni vanidad. Y el grupo de profesores del que me habla no creo que hayan “sacrificado” su tiempo, porque no sé por qué tengo la sospecha de que han cobrado por hacer este trabajo de traducción, y cobran un sueldo en sus cátedras por hacer su trabajo, y los que se dedican al conocimiento y la creación jamás tienen la sensación de estar sacrificándose, y si les pasa eso, lo mejor que pueden hacer es dedicarse a otra cosa para no sufrir tanto.
Espero que de algo haya servido esta respuesta. No es mi intención ni atacar ni defenderme. Siento que mi estilo moleste, lo siento de veras, y puedo asegurarle que es el propio estilo el que se venga en mí por todos ustedes.
El respeto (o su falta) no tiene nada que ver con el ejercicio crítico, siempre saludable, si está intelectualmente fundado.
ResponderEliminarAl margen de que tu respuesta me parece inapelable y brillante en cualquier caso, lo verdaderamente extraordinario del comentario ("el debate se hace entre personas visibles y no entre fantasmas") es que lo haga alguien que se esconde precisamente en el anonimato... Sin palabras.
Amigo Antonio: Agradezco tu comentario más de lo que puedas imaginar, porque a veces dudo y no sé muy bien si lo que ven mis ojos es real o se lo están inventando oftalmológicamente. - Y aprovecho esta nueva ocasión para pedir disculpas por el estilo.
ResponderEliminar