jueves, 11 de abril de 2013

Me cago en el Twitter


En efecto: yo empecé por exonerar el vientre en compañía del Twitter como otros tienen a mano un periódico, una revista o un bote de champú. La cosa iba bien básicamente porque seguía pocas páginas y estas eran de ciencia, sobre todo de física. Pero cometí el error de pensar que todo el monte es orégano y empecé a seguir páginas relacionadas con los libros, los museos, la actualidad…

Y la evacuación se hizo inviable. Llegó el día en el que resultó imposible deshacerse de tamaña cantidad de mierda. Nada de Literatura, nada de arte, nada de cultura, ni un comentario inteligente: 140 caracteres que parecían una infinita sucesión de torturas.

He aquí un ejemplo:


Comprendí que lo bueno de Internet es lo mismo que lo que de bueno tiene el mundo: puedes elegir. Decía Drieu La Rochelle que él estaba dispuesto a mancharse los pies pero no las manos: se ve que esto lo escribió en un momento de escasa lucidez, o no le tenía cariño a sus pies, o bien no tenía Twitter. Luego rectificó y se suicidó. Es que te lo penen muy difícil, cada vez más difícil.

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